Palpita el día, las caricias del aire matutino a veces hieren el alma. Un lindo color de mañana entra por el recuerdo...cien veces lloré... y otras cien me lamenté y de nuevo estoy aquí borrando con las uñas el dolor, para intentar cínicamente reírme de los errores.
En el fondo de mi mañana suenan melodías antiguas, con recuerdos borrados.
Cada amanecer se torna una maldita tortura, mi tormento, tú tormento, quiero tus sonrisas, ahora, ni un minuto antes ni después... pero el tiempo siempre se me va escapando, se va alejando, se va acabando.
Mi mente desea desconectarse entre sombras, porque esta mañana la daña, me duelen las sábanas pegadas al cuerpo, estorba un colchón acariciante, se ríen de mi las paredes y voy sintiendo un mar en los ojos... Lluvia lenta, de suaves formas, derrama sus deslices entre montes de carne palideciente. Estos ojos no calmarán jamás lo que siente un corazón, tratando de ser fuerte en la soledad del amanecer. Me refugio en la magia que me has enseñado, en la evasión de buscarte en cada retazo de melodía, en cada color del cielo, y sólo volveré a brillar en los brazos del sol.
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